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viernes, 24 de febrero de 2012

El emigrante por gusto

Es el título de un libro de Stevenson, considerado junto a sus "Viajes con una mula", un clásico de la literatura de viajes. Narra la travesía en barco del autor desde Glasgow hasta Nueva York. Durante los primeros días del viaje hay mar gruesa, los pasajeros están mareados, enfermos. El quinto día, lunes, un violinista, tan mareado y pálido como su público, toca el violín. Algunas mujeres, al escuchar la música, se levantan de sus catres para acercarse, y dice Stevenson que "la música les alivió más que cualquier medicina". Luego añade:
"Desde un punto de vista estrictamente humano, es más trascendente tocar el violín, aunque sea mal, que escribir una obra monumental sobre un tema abstruso. ¿Qué habría hecho el señor Darwin por aquellas mujeres mareadas? Aquel individuo seguía tocando a pesar de los pesares, y el mundo se convirtió en un lugar mejor para quienes tuvieron la fortuna de escucharlo."
En este fragmento está descrita una de las funciones esenciales del arte: ofrecer refugio frente a las inclemencias de la vida, convertir momentáneamente el mundo en un lugar mejor. Todos los que nos dedicamos a alguna actividad artística deberíamos tomar lecciones de coraje de ese violinista anónimo. En estos tiempos de borrasca viene bien no olvidar lo importante que es tocar el violín "a pesar de los pesares".

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