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jueves, 30 de junio de 2011

Antígonas

De camino a casa, converso con un amigo acerca de Antígona, y recuerdo. Recuerdo a Steiner, que en Antígonas, un ensayo erudito y apasionado, cuenta que no hay obra de teatro que reuna en un solo enfrentamiento tantos conflictos: razón individual frente a razón de estado, mundo de los vivos frente a mundo de los muertos, hombre frente a mujer, joven frente a viejo, mundo de los dioses frente a mundo de los hombres. Es, realmente, una obra hermosa y, lo más impresionante, pertinente. Pasan los siglos y siguen las guerras. Antígona se vuelve pertinente en cada guerra. Se vuelve pertienente cada vez que un dictador borra cuerpos y nombres de vencidos, los desaparece. Se vuelve horrorosamente pertinente una y otra vez.
Recuerdo que de todas las versiones que he podido ver o leer, además de la original de Sófocles, que contiene esta bellísima afirmación "nací no para compartir con otros odio, sino para compartir amor"; es la del poeta peruano José Watanabe la que más me ha impresionado. He visto y leído la obra. Tras la representación del monólogo, a cargo de Teresa Ralli, de Yuyachkani, un grupo de teatro peruano de trabajo riguroso y espléndido, me quedé clavada en el asiento, muda, emocionada. Lo que Teresa Ralli, Miguel Rubio (director) y José Watanabe habían conseguido era que yo me sintiera aludida, interpelada, tocada, por la voz de la tragedia. Una voz que atraviesa el tiempo, me atraviesa, para hablarme del presente. Hace años que ví esa Antígona en la casa de Yuyachkani en Magdalena del Mar, Lima, y no la olvido.

Tomamos siempre partido. En la acción tanto como en la omisión. Dejar de hacer es tomar partido tanto como hacer. Conviene recordarlo de vez en cuando. Lo recuerdo estos días de compromiso en las calles.

(La imagen está tomada del Archivo virtual de Artes escénicas)

miércoles, 29 de junio de 2011

Rosas y pescados

Estoy luchando contra el pulgón de mi rosal. Es, ya sé, algo trivial, sobre lo que quizá no valga la pena hablar. Pero tienes una rosa, o un rosal, y contraes obligaciones con ella. Y te encuentras hablando con quien se te ponga delante de jardinería. "El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante" le dice el zorro al Principito. Así que espero que podáis comprenderme. Tengo mi rosal enfermo y no me da sus aromáticas flores, está en silencio, contraído. No me habla en su idioma perfumado. No es laberinto ni misterio ni regalo ni embriaguez. Es solo un rosal enfermo que precisa mis cuidados.
Me pregunto por qué la rosa. Por qué ella entre las flores acumula tantos significados, tantos versos. Es perfección, mandala, grial, regeneración, amor, corazón, herida, jardín de Eros. Rosa de los alquimistas, de los místicos, de los poetas. Rosa azul, símbolo de lo imposible.
Pienso además en mis vacaciones, quiero ir al mar, y me digo que tendré que dejar a alguien cuidando el rosal enfermo, regando mis plantas. Me viene absurdamente a la memoria traído tanto por los antipáticos pulgones de mi rosal como por mis vacaciones junto al mar, un fragmento de Plinio el Viejo:
"Y tanto es verdad que no hay cosa de que carezca la mar, que se crían en él hasta pulgas y piojos, y se sacan muchas vezes arrebueltos al cevo. Y éstos se cree desasosegan por las noches en la mar el sueño de los pescados."
Así, pienso en mis rosas y en peces de sueño desasosegado. Pensamientos de verano que refrescan y ocupan estos días de calor ardiente en la ciudad.

lunes, 20 de junio de 2011

Nudo de agua


Como si el agua fuera un cuerpo, una piel, aparece este ombligo. Nudo de agua que ata mi mirada.
El paseo de mayo me regaló este rumor que ahora cuelgo, remedio cierto contra la melancolía. Miro y escucho. Recuerdo que Bachelard dice que el ojo de la tierra es el agua. Citando a Paul Claudel, Bachelard dice también que el agua es "la mirada de la tierra, su aparato de mirar el tiempo". Antes ha hablado de hidromancia: Narciso ve su reflejo en el estanque y medita sobre su porvenir. Ver el porvenir en las aguas y los espejos. Catoptromancia. Qué palabra. Me imagino ahora mirando mi reflejo en un estanque, agua aparentemente quieta donde de pronto, por quién sabe qué extrañas corrientes, puedo ver cosas que aun no han sido. Es el tiempo que se mira en el agua. Cuántos sueños caben en un paseo.

domingo, 5 de junio de 2011

Confiar




No sé por qué, en estos días de movimiento en las plazas, de tantas peticiones y denuncias de parte de ciudadanos indignados, días en las que leo correos y carteles y pancartas, DEMOCRACIA REAL ¡YA!, REVOLUCIÓN SOCIAL ¡YA! y estoy de acuerdo y me siento un poco perdida como me pasa siempre en estas ocasiones, se me viene insistentemente a la memoria un espectáculo de circo. Le Grand C de la Cie XY. En él vi torres humanas y vuelos y belleza, y me sorprendí pensando cuando acabó “si confiáramos los unos en los otros, volaríamos como ellos vuelan”. Confiar para volar, ¿se puede?
Empezamos ya a oír voces que siembran desconfianza. Pero yo no quiero olvidar lo que vi en la pista del circo: se puede volar. Y no quiero que los sembradores de desconfianza me hagan olvidar esto.

El vídeo de arriba lo he encontrado en youtube, la página web de la compañía es www.ciexy.com