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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Deuda de amor

Placer. Placer que proporciona un trabajo de interpretación enorme, emocionante, rico. Cinco personajes, una actriz. Placer de ver: cada palabra tiene una imagen, veo lo que no hay. Placer para los ojos: la iluminación pinta, matiza, sugiere. Placer de escuchar: la narración tiene un ritmo e intensidad perfectos, la voz viaja emocionalmente y así, yo viajo con ella. Lo que se dice es bello y atroz. La música y los sonidos acompañan, provocan, evocan.
Entro en un espacio hermoso que es y no es una habitación real. Un lugar que es la habitación de la actriz y el lugar donde sucede el drama y un espacio imaginado. Veo y escucho lo que la actriz imagina en ese espacio, pero también lo que hace en él, lo que se proyecta allí que existe y no. El juego es entrar en un espacio de intimidad: el lugar donde ella juega, donde ella imagina. Su habitación. Su cabeza. Kafka decía que todos tenemos dentro una habitación y que eso se puede probar acústicamente
"Cuando alguien anda a paso ligero y se escucha con atención, de noche tal vez, cuando todo está en silencio, se oye por ejemplo el tintineo de un espejo mal afianzado en la pared."
Anoche entré en una habitación. Era la de Nuria Espert. En ella asistí a "La violación de Lucrecia" de Shakespeare. Un episodio más de la lucha entre el bien y el mal que combatían encarnizadamente allí dentro. Ví y sentí la violencia y el dolor. Cuando el teatro lleva a lugares así es experiencia vital. Tardaré tiempo en entenderlo y colocarlo. Pero desde ahora tengo una deuda de amor hacia Nuria Espert y Miguel del Arco, hacia todo el equipo: Juanjo Llorens, Sandra Vicente, Ikerne Jiménez... La deuda que, dice Steiner, generan las grandes obras de arte que se apoderan de nuestra imaginación, que "nos atraviesan como grandes ráfagas que abren las puertas de la percepción y arremeten contra la arquitectura de nuestras creencias con sus poderes transformadores. Tratamos de registrar sus embates y de adaptar la casa sacudida al nuevo orden. Cierto instinto primario de comunión nos impele a transmitir a otros la calidad y la fuerza de nuestra experiencia, y desearíamos convencerlos de que se abrieran a ella."
Eso es lo que intento cuando escribo estas líneas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Biblioteca de Cuerdas y Nudos

He tenido la suerte de entrar en la única biblioteca de cuerdas y nudos del mundo, que es a la vez la segunda biblioteca del mundo de manuscritos inéditos y, de nuevo, la única biblioteca de manuscritos encontrados en la basura.
Esta Biblioteca de Cuerdas y Nudos, además, se mueve. Yo la encontré en Valencia, y sé que ha estado en Viseu, Evora, Pombal, Beja, Lisboa, Londres, Milán, Anvers, Madrid, Castellón...

Antes de entrar ves una valla de tablas de madera. Entre las rendijas de las tablas, o por las mirillas que te dicen que hay y que buscas (están a la altura de los ojos de un niño, de una niña), puedes atisbar el interior. Luego entras, estás un espacio circular. Te piden que mires y que escojas un objeto que te llame la atención para preguntar sobre él. Así, primero con un diálogo silencioso y posteriormente siguiendo el hilo de las palabras de José Antonio Portillo, descubres que todo lo que hay a tu alrededor tiene una historia, significa. Los objetos primero han hablado con nosotros con el lenguaje de las cosas. Vemos en ellos el tiempo que pasa, imaginamos las manos que les dieron forma o los colocaron en los estantes, vemos una intención de belleza, armonía, sentimos que nos acogen, que quieren ser preguntados. Están ahí para decirnos algo. Recuperas la tentación infantil de tocarlo todo. No quieres solo ver. Luego, lo que cuenta José Antonio llena de significado cada cosa y así cada cosa es una invitación a imaginar, a descubrir, a recordar. Es la unión de lo que vemos y sentimos en ese espacio con lo que se narra, lo que produce el goce estético y aun más, la experiencia. Tenemos la sensación de ser acogidos en un lugar donde todo tiene sentido, donde lo más sencillo cuenta. De repente, todo habla. Todo nos habla. Todo nos dice: mírame. Todo nos ruega: no me desprecies. Y hay que atender la súplica de una bolita de papel arrugado y mirar lo que no siempre miramos. Cuesta trabajo salir de esta biblioteca especial, donde se rescatan del olvido las historias mínimas de las que está hecha la vida.  

¿Por qué hablar acerca de esta biblioteca singular, acerca de esta instalación? Seduce el espacio, seducen las cosas, seduce el narrador. Pero eso, con ser placentero, no es lo único que sucede. Hay historias que emocionan, juegos de complicidad que me hacen recordar mi infancia, cuando vivía en un mundo en el que las cosas latían, estaban vivas. Pero tampoco es eso. Todavía no lo sé realmente. Pero necesito hablar de ello. Sé que hay una invitación que yo he aceptado.  

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cuentos a la orilla del sueño

La Fundación Theodora presenta el próximo 4 de noviembre a las 11:00 en el Fnac de Callao, Madrid, este "Cuentos a la orilla del sueño. 26 cuentos y una ilusión" en el que he colaborado con el cuento "Una mañana".  Nos hablan de la criatura Juan Vidaurre, Antonio Ventura y Javier Tejero. El 11 de noviembre se presentará en el Fnac de Barcelona.