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martes, 17 de mayo de 2011

Contra la melacolía. Algunas consultas

Sábado, 14 de mayo. En su Jardín de flores curiosas cuenta Antonio de Torquemada que cerca de un río que se llama Citeros había una fuente en la cual vivían cuatro ninfas, y que todos los enfermos que se lavaban y bañaban en ella salían sanos fuese de la enfermedad que fuese. Y digo yo que la melancolía también curaría. Plinio el Viejo dice en su Historia Natural que el estiércol de becerro cocido en vino es remedio para los melancólicos; y que el castóreo, mezclado con amoniaco (poco, menos mal) desliado en vinagre mulso caliente "se da a bever utilísimamente a los suspiriosos, en ayunas." (¿Qué será el vinagre mulso?) Encuentro en un texto que firma Eduardo Stilman para la Revista de la Federación Argentina de Cardiología que Victor Hugo dijo que “melancolía es la felicidad de estar triste”, e Italo Calvino que es “tristeza que se ha vuelto luminosa”. Busco en este día lluvioso de mayo, con cierta desesperación maníaca, la Anatomía de la melancolía de Robert Burton. Un libro con un título hermosísimo, e imposible de encontrar íntegro en castellano.
Mañana me daré un paseo buscando rumores de río.

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