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lunes, 15 de marzo de 2021

El bar que se tragó a todos los españoles. 2

basta que diga que no encuentro el modo de hacer algo, para que eso que estaba ahí, queriendo ser dicho o pensado aparezca. 

lo que me pone delante el final de El bar que se tragó a todos los españoles son, entre otras cosas, preguntas. cuando por fin, después de dudas y miedos, o en medio de ellos, nos atrevemos a enfrentarnos a la incertidumbre del cambio, ¿quiénes somos? ¿lo que fuimos o lo que queremos ser? ¿nos define nuestro pasado? ¿el modo como queremos vivir nuestro presente? ¿lo que soñamos para nuestro futuro? decía Pessoa que el ser humano es del tamaño de lo que sueña. y es hermoso tenerlo presente.

al final resulta que solo al final se puede saber la respuesta a la pregunta ¿quién soy? cuando ya, realmente, no importa porque dejo de ser. y si eso es así, siempre, hasta el final, hay oportunidad para cambiar, para darle la vuelta a lo que el pasado, eso que casi parece niebla,  irrealidad, nos dice que somos. porque el pasado habla y no solo en nuestros recuerdos, también lo hace en nuestros gestos, en costumbres y maneras de pensar. en el modo como nos arreglamos el pelo por las mañanas, nos miramos al espejo, nos vestimos, elegimos lo que leemos, o lo que queremos hacer un día de ocio. y si todo eso se convierte en una cárcel y esos gestos y costumbres son los barrotes a través de los cuales miramos lo que ansiamos ser, tal vez tener la paciencia de serrarlos uno a uno y sentirnos libres es la respuesta al quién soy: soy quien se atrevió a salir de ahí. a intentarlo, al menos.

tal vez todo esto que pienso se pueda aplicar de alguna manera a la vida de las naciones. entonces te acercas al bar que se tragó a todos los españoles y lo ves: ves eso que fuimos, sin renunciar al valor de querer cambiar y buscar el modo de ser lo que podríamos ser.

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