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sábado, 30 de enero de 2021

dos bosques se diferencian entre sí por la distancia, por el tipo de árboles que lo conforman, o tal vez simplemente porque un camino los separa. si es verdad, como leí en algún sitio, que los árboles se comunican, tal vez pensemos que son diferentes quienes se sienten uno. todavía nos resulta imposible saber nada en primera persona acerca de esas criaturas magníficas que son los árboles.

Paula vuelve a hacerme un bello regalo. me dice que el rumor que me entrega procede del bosque que está frente al de los caminos de bronce, son bosques vecinos. junto al rumor, dos imágenes. ¿hablarán entre sí los bosques en un idioma que no comprendemos? y si lo hacen, ¿qué se dirán? ¿hablarán del clima y sus rigores, del frío en invierno y del calor en verano? ¿se contarán chismes de los animales que los habitan y no paran de moverse, qué mareo? ¿admirarán el vuelo de las aves y sentirán ternura por sus nidos? ¿filosofarán acerca del paso del tiempo?

la grabación recoge un rumor de agua y, me dice Paula, la voz de un miñato, un águila ratonera, que no para de gritar y volar en círculos, dice. y dice también que tal vez sea miñata y esté vigilando a sus crías. y por esa voz, el bosque vecino del de los caminos de bronce se llama por ahora el bosque del miñato. y yo, con los nombres y los sonidos que me regala Paula mientras pasea su melancolía entre los árboles, dice ella que para ver si asusta a alguien, voy dejando que crezca en mi imaginación el paisaje por donde camina la protagonista de un cuento que todavía no existe.

  

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