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lunes, 21 de octubre de 2013

Pronóstico pantagruélico

Este octubre cálido hace agradable el camino. En estos días viajo por Teruel y descubro bellezas: pueblos hermosos, atardeceres, carreteras secundarias... Es incluso un placer perderse un poco. Tomas un desvío y el bocinazo de un enorme camión indica que algo va mal. Descubres que te has metido en el camino de una mina. Chimeneas imponentes, humo, olor a carbón. Cuando hay un poco de tiempo libre, paseo. Alcañiz, Castellote, la ermita de Mazaleón y sus ruinas iberas, Calaceite, Valjunquera bajo la lluvia... Aprovecho para comprar pan y miel en Alloza. Azucena, la bibliotecaria de Muniesa me cuenta que el nombre del pueblo significa "huerto de Aisha" porque Muniesa fue el regalo de un señor árabe a su enamorada. En Andorra, como un donut de chocolate frente a unos ancianos sentados en un banco de la estación de autobuses. Todavía se ven mariposas y oigo cantar a los grillos. Pueblos y caminos, horizontes abiertos, todo es un descanso y un goce para los ojos. Que el trabajo me permita estos placeres es una suerte. Y una estupenda medicina preventiva contra la melancolía, siempre acechante en otoño.
"Mi pronóstico es -dijo Pantagruel- que por el camino no engendraremos melancolía, lo veo claramente."
Y tenía razón.

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